miércoles, 31 de marzo de 2010

Justino asesino de la tercera edad


Justino es un torero especialista en la puntilla. El día que se jubila, se encuentra desubicado en el mundo, sin nada que hacer ni nadie con quien compartir sus días. Sólamente su amigo Sansonillo, empleado de la plaza, y los amigos del bar.
Utilizará su habilidad profesional para librarse de los problemas cotidianos que van surgiendo a su paso. Haciendo uso de la puntilla liquida a todos los que le hacen la vida peor, y a algún que otro para apropiarse de su dinero.
Su apariencia y estado de edad avanzada le exime de toda sospecha, aunque es culpable de muchos crímenes. Durante su confesión a la policía, esta se toma a risas su relato.
Tras padecer la vergüenza torera de no ser capaz de dar una buena puntillada a un manco. Decide recluirse en una residencia de ancianos donde se aleja de su actividad delictiva.
Un día llegará su amigo Sansonillo y le recuerda los sueños de vejez que querían compartir, y que ya ve imposibles de realizar; tanto por falta de dinero como por su vinculación con "la chata" que regenta una pensión y cada vez más su vida.
Justino, se arma de valor y decide afrontar de nuevo su sueño, para ello matará a todos los ancianos de la residencia robándoles el dinero. Cuando a la mañana siguiente la regenta encuentra a los asesinados, sólo Justino sigue con vida pero amenzante se enzarzarán en una lucha donde la ventaja de la regenta, justo en el momento de la llegada de la policía la inculpará como autora de los hechos, al tiempo que es abatida antes de poder acabar con Justino.
Finalmente los dos amigos intentarán acabar sus vidas como siempre habían deseado; en Benidorm.

Estrafalaria película que no termina de coger el tono en ningún momento. Rodada en blanco y negro no aprovecha el dramatismo de las imagenes oscuras ni para remarcar el caracter de los personajes propios del cine negro ni para enfatizar la odisea del viejo.
En algunos momentos recuerda al cine costumbrista italiano. Pero no termina de encuadrarse en el cine social. Muestra una sociedad desestructurada, desmoronandose, pero poco premonitoria con lo que ocurriría. Presenta a la tercera edad como prescindible cuando la sociedad no lo contempla así.

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