martes, 21 de julio de 2009

La Duda


Una película poco intensa, lo deja todo entrever, no aclara nada y todo queda abierto. Hace honor a su nombre, pues no aclara nada de nada, ni del guión, ni de la moraleja.
Resulta algo lenta, incluso desesperante en ciertos momentos, pero es como mejor resultado obtiene para ese objetivo final de siempre mantener la duda. No es la duda hasta el final, es la duda continua.

La ambientación es bastante buena, tiene momentos en que da que pensar en la forma de vida de las ordenes religiosas. Esas órdenes de vida que aceptan seguir sus componentes, frente a la institución del sacerdocio, vocacional y abierta a nuevas interpretaciones.

La historia nos muestra una comunidad escolar religiosa, dirigida por las monjas, donde todas las normas son estrictas y respetadas inexcusablemente. Al tiempo de manera paralela está el sacerdote parroquial, al que corresponde el propio colegio. Este sacerdote se muestra más benévolo con las restricciones y normas que dicta la iglesia, aunque él no pertenece a ninguna orden. Hay una escena en la cual vemos el contraste de las monjas, en silencio en la mesa, mientras que los sacerdotes están distendidos fumando y riendo en la mesa.

En el colegio hay un nuevo niño rechazado por el resto, es de color y de tendencia homosexual, en su casa su padre lo rechaza y la madre impotente prefiere que el niño sobreviva en este colegio marginado en lugar de amenazado en su anterior centro.
Su único valedor es el sacerdote, que a los ojos de las monjas parece excesivamente próximo. La condescendencia de la madre por la actitud del sacerdote, hace sospechar aun más que puedan estar produciéndose abusos.

La trama se centra en mostrarnos al padre, muy cercano a los alumnos, como un consejero amoroso. Y al mismo tiempo a la madre superiora como una implacable inquisidora.
Una conversación entre ambos, revela toda la situación. Sin ninguno de los dos confesar su situación, el sacerdote decide ser trasladado ante las sospechas. Sospechas repetidas en otros destinos anteriores.
Finalmente nos queda la duda de si el sacerdote es penalizado por querer ser más flexible ante las normas de las monjas o si realmente hay algún tipo de abuso con los niños. Todo hace apuntar a los segundo, aunque "por un perro que mate, mataperros me llamaron".

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